viernes, 17 de octubre de 2008

Cociendo nuestro amor

Había una vez hace mucho tiempo, una niña llamada Ninna a la que le apasionaba bailar, le gustaba tanto que cada vez que sus oídos escuchaban música se ponía a bailar, hasta comenzó a hacerlo sin música y a bailar por la calle, la gente la miraba, a veces con cara rara, otras con cara de asombro, otras con cara de enojado. La miraban con diferentes caras, encantadas o fastidiadas, asombradas o hartas del baile, felices o enojadas. Pero en fin la gente siempre la miraba. Algunas caras eran de lástima y pensando que era una niña pidiendo limosna le dejaban dinero; Ninna siempre aceptaba contenta. Pero a su madre, Delia, no le gustaba mucho. Delia que antes había ayudado a su esposo Federic, en la herrería, ahora era costurera y junto con su, antes pequeña princesita Ninna, había podido rehacer la familia. Aquélla familia que se había desarmado cuando Federic falleció hace muchos años atrás por culpa de esa grave enfermedad para la cual todavía no hay ningún remedio, poción o jarabe, tan potente como para poder curarla por completo; si “aquella familia tan rica, tan poderosa, tan conocida entre los otros pueblos, si esa, esa familia”- recordaba y reafirmaba Delia, mirando jugar, bailar y cantar a su amada Nina-“nuestra familia, si, nuestra familia”-y mirando al cielo dijo con una voz dulce, armoniosa y de un tono suave, como en aquellas noches cuando le cantaba a Ninna para que se durmiera-“tendrías que estar orgullosa, si orgullosa,”- diciéndolo con un tono de esperanza- “de que he podido rehacer nuestra familia”. Eso era lo que ella creía, porque aquello de antes ya nunca podrá volver; la afirmación de Delia no era mas que una simple afirmación, falsa, que solo trataba de curar las heridas del pasado, por que esta no era la misma familia de entonces, en vez de la familia rica y poderosa que Federic había dejado antes de partir, sólo había una pobre niña, con su pobre madre, en su pobre choza.
Un día Ninna hiba cantando y bailando, por el camino del bosque, muy feliz en cuanto vió un campo de rosas de todos los colores y aromas, se acercó a arrancar unas flores para su madre y divisó a un apuesto y valiente chico. Cuando éste se dio vuelta, Ninna se escondió para que no la viera. Pero estaba tan concentrada en el apuesto joven, que se le hizo imposible e inevitable que la divisara una señora que andaba plantando dalias.
— Es bello ¿no?—dijo la viejecita tomándola por sorpresa a la joven Ninna.
Ninna no le pudo responder porque aún estaba asombrada, con miedo y sin entender lo que sucedía.
—Tranquila — dijo tomándola de la mano para levantarla— no te haré daño.
Ninna la aceptó, pero cuando se estaba levantando se acordó del joven apuesto y se apuró mirando para todos lados, esa pequeña sonrisa que siempre estaba en la cara de Ninna, se desvaneció. En cuanto la Viejita notó esto, se apresuró a decir:
— Yo te puedo ayudar con él
Y sin entender del todo Ninna respondió:
— ¿De quién hablas?— intentando disimular sus deseos, haciéndose la tonta como si no entendiese de lo que hablaba.
— ¡¡Vamos, no disimules! —dijo la viejita en un tono medio enojado, y suavizándolo, por fin agregó: — Yo puedo ayudarte con él
— ¿¿En verdad?? — dijo abriendo los ojos como grandes platos
— Sí, pero me tienes que prometer que pase lo que pase no le contarás a nadie sobre mí…— la viejecita hizo una pausa tenebrosa en su discurso y luego pregunto—¿¿lo harás??
— ¡¡¡Claro que si!!! — dijo feliz la joven y extendiendo la mano hacia la viejita, agregó— este es un secreto entre nosotras.
Y la señora riendo entre los dientes replicó:
— Bueno entonces ya podemos comenzar— y la viejecita se elevó por el aire
Ninna divisó que aparecía un vestido hermoso; pestañó y en cuanto abrió los ojos vió una joven y hermosa hada.
— Soy Luisinda, tú hada madrina, yo te ayudaré con el príncipe Casimiro.
Ninna no sabia que decir, se había quedado asombradísima y sin palabras.
— Tienes un deseo— dijo con una voz que no sonaba muy dulce— bien ¿qué quieres?
— ¿¿Lo que yo quiera??
— ¡¡SI!! Cuantas veces quieres que te lo diga— contestó en un tono enojado y antes de que Ninna pueda reaccionar, agregó— ¿¿Acaso no querías que te ayudara con Casimiro??
— Sí — dijo la joven temblorosa— pero ni siquiera me conoce.
— Entonces pide eso
— No, no, eso lo lograría yo sola… tiene que ser algo ¡¡¡extraordinario!!!¡¡¡inhumano!!!
— Bueno, pide eso…—dijo Luisinda, como en un tono elevado, pero tomo aire, se tranquilizó y le dijo— pide que pase algo extraordinario
— NO, no
— ¡¡Bueno niña decídete rápido…— y antes de que Luisinda terminara, Ninna la interrumpió replicándole y tomándola de la mano la tiró hacia abajo:
— CALLA, CALLA y escóndete que hay viene Casimiro
— ¡¡¡HAY!!! — grito Luisinda, gritó tan fuerte que se escuchó desde la casa en donde estaba cosiendo Delia, allá en la otra punta del pueblo.
En ese instante se levantó del suelo Ninna, llorando por una cortadura que se había echo al empujar al hada con uno de los adornos del vestido.
— Hola…. ¿Qué es lo que te ha pasado? — le preguntó Casimiro— ¿Cómo te has lastimado así?
— Me corte con una de estas rosas que llevaba…. que llevaba para… que llevaba para….—la joven llorisqueando no sabía que decir, no quería quedar mal frente al príncipe, pero ¿qué decirle? Antes de poder pensar la respuesta a su pregunta Casimiro agregó
— A, ya entiendo, es para tu pareja— dijo el príncipe con la cabeza gacha y en un tono triste
— No, no. No quise decir eso— se retractó la joven— se las llevo a mi madre
— Ah… ¿quieres que te lleve hasta tu casa?
— Claro ¿por qué no?
— Genial vamos
Allí hablaron, se rieron, se conocieron y se enamoraron. Y Ninna no tubo que usar el deseo del hada / bruja. Y así formaron una familia como la de antes
Y vivieron felices
Comiendo perdices


Seudónimo :La bailarina
NIVEL "A"
CATEGORIA: DE LA IMAGEN A LA PALABRA (Berni 2)

No hay comentarios: