viernes, 17 de octubre de 2008

El Chuelo

Wayra1 tenía 13 años. Era morochito y alto. Le decían el “Chuelo” y vivía en lo que hoy es La Matanza. Hacía poco tiempo habitaba en la ciudad que no hacía mucho había sido refundada por Juan de Garay. Diariamente salía con sus amigos a jugar al río que estaba en las orillas de su casa. Él y sus amigos, por vivir en Buenos Aires, se acostumbraban y aprendían el idioma español lentamente. Un día, como tantos otros, salió con una amiga a nadar al río.
- Ven aquí, le dijo a Uma, su amiga de igual edad, cabellos rubios y de carácter celoso.
- Espera. Ven tú, acompañame.
- ¿A dónde?
- Ya verás. Seguime
Pensando en algo divertido, se fueron de la mano. Al final, hicieron lo que Chuelo pensó: se metieron al agua, nadaron, se juntaron con otros chicos y chicas, y al rato se fueron.
- ¡Qué divertida la tarde de hoy! Espero que la hayas pasado bien, le dijo Chuelo a su amiga.
- La pasé muy bien, me alegro de que tú también te hayas divertido, le contestó Uma.
Unos besos de despedida, y cada uno a su choza. Chuelo tenía más amigos, por supuesto. Y con ellos estaba pasando la noche.
Uma no podía vencer al sueño, y por algo era: mucho bullicio hacía el grupo que estaba con Wayra. Entonces, de buena manera, se dirigió hacia allí. Pero, de lejos divisó a su compañero besando a otra chica. Era Ñawi, su mejor amiga. Ella había jurado que si Uma quería a Chuelo ella no intentaría conseguirlo. Pero fue deshonesta con su amiga. Y volvió a su carpa. Entonces, Uma tramó una venganza: No quería que le tomasen el pelo. Pero, en una acción deplorable, pensó en algo para matar a Chuelo.
Al día siguiente, fue hacia unos arbustos en los que crecían frutos venenosos (todos allí lo sabían), y sacó algunos. Esa tarde se encontró con Chuelo, a quién invitó a ir a los árboles, solos, sin nadie cerca. Ya allí, Chuelo, sin sospechar nada, aceptó gustoso probar los frutos que Uma le obsequiaba. Es que eran muy parecidos a las cerezas que en otra parte cercana crecían.
Chuelo cayó al suelo. Pero, para asegurarse, la malvada Uma arrojó su cuerpo al río cuando él estaba inconsciente. Unos días más tarde encontraron el cuerpo de Chuelo, el más feliz y simpático chico del barrio.
Dicen que dicen, que por esa muerte el Riachuelo lleva ese nombre, que la primera gran industria contaminante se instaló allí por esa leyenda y que está contaminado por, entre otras cosas, el hecho que Uma contaminó el cuerpo de Wayra.


Seudónimo: Farcos
Categoría: Tema Libre
Nivel B

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