domingo, 26 de octubre de 2008

Nacidos de las nubes

Había una vez, en la década de los ’60 una científica que vivía muy alegre en la ciudad de New York. Se llamaba María Eugenia Gorinda y era muy inteligente, curiosa y siempre se obsesionaba con su trabajo.
Eugenia estaba investigando sobre una teoría que decía:
“La lluvia que vemos caer, en realidad, son hombres pequeños que nacen de las nubes”
Esto lo dedujo porque cierto día, que había estado lloviendo cayó una gota en su dedo y cuando la miro fijamente notó que esta se movía. Rápidamente metió esa gota en una bolsita de muestra y corriendo fue hacia su laboratorio. Allí vio la gota desde un microscopio y pudo observar un pequeño hombre. Pero éste huyo y Eugenia no pudo confirmar si lo que había visto era real.
Mientras todo esto sucedía en la ciudad de Eugenia, New York, existía otro mundo, Minilandia. Éste, era el lugar de “las gotas de lluvia”
Los pobladores de Minilandia vivían siempre tristes, eran pequeños, irasibles e idénticos entre sí. Este “mundo” era gobernado por un rey: Ruperto Golondrino. A diferencia del pueblo, él era alegre y entusiasta.
Cierto día, Eugenia estaba en su laboratorio, encontró una botella con un líquido extraño en su interior. Entonces, examinó sus componentes y vio que no tenía nada extraño. Luego, lo bebió. En ese momento, no sintió nada y se fue a dormir. Pero, cuando amaneció, ella se levanto y además de haber encogido de tamaño se encontraba en una tierra que desconocida: Minilandia.
Comenzó a ver muchos pequeños hombres, todos iguales entre sí, tristes y desolados. Eran como el hombre que ella había observado en su laboratorio ¡Esos hombres eran la lluvia!
En ese momento, le pregunto a uno de ellos:
- Discúlpeme, ¿Me podría decir donde nos encontramos?
- ¡Ignorante! Estamos en Minilandia donde nosotros, los nacidos de las nubes, somos todos idénticos. Ahora permiso, me está haciendo llegar tarde a trabajar – Dijo el ciudadano muy enojado, y se retiro rápidamente.
Ella totalmente pasmada siguió caminando y se topó con un hombre un poco diferente a los demás, estaba vestido de colores y tenía una sonrisa que mostraba su alegría. Eugenia, se alegró de verlo, y fue hacia él. Luego exclamó:
- Usted parece ser diferente del resto de los habitantes, ¿Quién es?
- Pues, yo soy el que gobierna esta ciudad peculiar, yo soy el rey de Minilandia. Debo decir que aquí yo soy el único alegre, siempre intenté cambiar el ánimo de los demás, pero nunca lo logré.
Luego, el pequeño hombre prosiguió a relatar el porque los demás lucían tan tristes: eran todos iguales y no podían reconocer a sus amigos o familiares, entonces todo era un caos.
Eugenia y el rey se hicieron amigos. Ella le contó su verdadera historia. Él, le contó sobre como ellos llegaban a este mundo tan extraño y difícil de imaginar. Todos los habitantes de allí nacían en forma de lluvia, es decir, nacían de las nubes. Además nacían ya adultos. Empezaban desde las nubes siendo gotas y a medida de que llegaba hasta el suelo se iban transformando en personitas. Este proceso duraba 5 horas.
Eugenia se empezó a interesar En el peculiar mundo donde se encontraba. Pero igual estaba segura que dentro de un tiempo iba a querer volver a su mundo y, por lo tanto, ya estaba pensando en juntar los materiales de la poción para poder hacer más de ésta.
Luego de esta interesante charla el rey le ofreció a Eugenia que se quede en el palacio hasta que vuelva a su mundo.
Pasaron los días y Eugenia ya tenía la poción lista, Pero luego de pensarlo un buen rato, se dio cuenta que no tenía razón alguna para volver al mundo de los humanos, ya que ella no tenía ni amigos ni familia. En cambio, allí se sentía como en casa.
Convencida de quedarse en Minilandia, cuando iba por la calle, tiró por atrás de su hombro la poción, ya que no la iba a usar. Cuando se fijó, divisó que la poción estaba sobre la cabeza de uno de los ciudadanos. Antes de que éste dirigiese la primer palabra de enojo, empezó a cambiar su vestimenta, su cara, su expresión: el hombre se había vuelto de color naranja.
Ella, totalmente sorprendida, al igual que todos los que estaban presenciando el espectáculo quiso averiguar si la poción funcionaba en todas las personas. Entonces, derramo lo que quedaba de la poción sobre ella, y luego de unos segundos cambió de ser un hombrecito como todos los demás a ser de color violeta y tener una gran sonrisa marcada en su cara.
Entonces, Eugenia entendió que su lugar era allí, en Minilandia, ayudando a todos estos pobres hombrecitos que solo querían tener una buena vida y un poco de color.
Desde ese momento todos empezaron a sentir alegría hasta en los momentos más tristes, empezaron a tener además de color un nombre. Cuando ya creían que nada ni nadie los iba a poder sacar de esa tristeza llegó la salvación y el feliz final.

Seudónimo: Pablo Martínez
Nivel:A
Categoría :De la imagen a la palabra"
Pintura: La que caen hombres del cielo

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