domingo, 19 de octubre de 2008

El príncipe avaro

Había una vez, en un reino lejano, un príncipe joven y muy avaro. Su padre era un hombre bueno y le daba todo lo que necesitaba, pero el príncipe siempre quería más.

Un día el príncipe le pidió a su padre una cantidad de oro tan grande que ni siquiera todo el reino la poseía.

El rey le dijo:

-Yo no tengo esa cantidad de oro, y si la tuviera no pensaría dártela, ya tienes demasiadas cosas mías. Si buscas tanta riqueza dirígete al reino abandonado de arena en el desierto, donde en una de las torres se encuentra toda la fortuna que quieres tener. Pero te advierto una cosa: muchas personas han muerto por realizar ese viaje.

El príncipe sin dudarlo un segundo, preparó las cosas que necesitaría para su viaje y se puso en marcha.

Tres días a pie duro su viaje por el desierto hasta poder ver, a lo lejos, el reino de arena. Siguió caminando y tropezó con algo.

-Ten más cuidado humano-. Le dijo el pequeño individuo.

El príncipe lo vió bien y se dió cuenta de que había chocado con un duende.

-Lo siento-. Dijo el príncipe.

-¿Qué estás haciendo por aquí?-.preguntó el duende.

-Me dirijo al reino de arena en busca del oro.

-Te ayudaría a llegar allí, pero debes darme parte del oro que consigas.

-Estoy de acuerdo-. Contestó el príncipe.

En un chasquido de dedos el duende los hizo aparecer en la torre que ocultaba grandes, enormes cantidades de oro.

El príncipe no podía creer lo que veía, toda la fortuna que cualquier hombre quisiera tener, encerrada en esas cuatro paredes con apenas una sola ventana. Rápidamente el príncipe empezó a tomar grandes cantidades con sus manos y colocarlas en su bolsa.

Cuando el príncipe estuvo satisfecho, o en realidad, cuando la bolsa estuvo llena, le dijo al duende:

-Llévanos hasta mi reino y te daré lo que te corresponde.

El duende con su chasquido de dedos los hizo aparecer en la entrada del reino. El príncipe colocó la bolsa en el suelo y sacó su espada dispuesto a atacar al duende, y éste le dijo:

-¿Por qué quieres matarme?

-Para no entregarte mi oro.

El duende en un chasquido de dedos convirtió al joven príncipe en un pobre anciano que no pudo soportar el peso de la espada y la dejó caer.

El duende tomó la bolsa con el oro dispuesto a llevársela pero el anciano le rogó de rodillas:

-Por favor, llévate el oro, pero devuélveme mi aspecto joven.

El duende sintió lástima por él y le dijo:

-Te devolveré tu juventud, pero esa avaricia la tendrás hasta tu muerte.

Cuando el duende le devolvió su aspecto normal al príncipe, éste le agradeció una y otra vez.

Cuando el duende desapareció, el príncipe tomo conciencia de lo último que le había dicho y se puso a reflexionar y pensar…

Se dirigió caminando hasta su castillo, vió a su padre y le pidió perdón muy arrepentido por su mala actitud. El príncipe le devolvió todas las cosas a su padre, y no solo eso, sino que también le regaló dinero a los ciudadanos del reino más necesitados y los invitó a un gran banquete celebrado en el castillo.


Seudónimo: Roberto Van der Sar.

Categoría: DE LA IMAGEN A LA PALABRA.

Nivel: “A” (séptimo año)

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