El músico

Johan era un tipo sencillo, de esos que uno quiere tener siempre al lado para pasar un buen rato. No es de los que se complica con las cosas, tiene novia, un auto, una hermosa propiedad, pero por sobre todas las cosas tiene afinidad por la música, pero no por cualquier música, por el tango, pero no por cualquier tango, por el tango de Astor Piazzola.
Probablemente se preguntarán por que les traigo a escena a alguien tan sencillo como el, un personaje que pasa sus ratos libres tocando el piano y escuchando Génesis no propondría una historia interesante para un cuento. La cuestión es que Johan vino a tocar mi puerta anteayer, diciendo que fue testigo de una historia interesante, y fue así, ¿sino por que más lo incluiría en mí relato?
Como decía, tenía afinidad por la música y eso lo llevaba a disfrutar de los placeres como la ópera, la música clásica, grupos de antaño como Génesis, Pink Floyd, y a Piazzola (Como podrán apreciar, nada más tranquilo y relajante que esas melodías). Además, asistía con frecuencia a los espectáculos que ofrecía un pequeño grupo local de tango que hacía homenaje a Piazzola. El grupo tocaba los sábados y domingos por la tarde, solo una hora, en una plaza de su pequeña ciudad, que por cierto también es mi ciudad. El asistía siempre, escuchar esa música tan perfecta, prolija, tan profunda, le hacía muy bien. Se sentaba a los pies de un árbol, y cerraba los ojos. Iba solo, puesto que si algo había conservado de su juventud, era ese espíritu solitario, harto en reflexiones; Y esa obra magistral, era solo compartible consigo mismo (desde ya, no lo juzguen de egoísta, que de eso tiene poco y lo sé).
Entre los instrumentos, le llamaba la atención la flauta (¿Curioso no?, yo esperaba que le llamara la atención el bandoneón). La melodía que entonaba le daba ese toque angelical a todos los temas y lo hacía pensar mucho, cosa que le agradaba, sentir la tibia excitación de ese mar de ideas desordenadas y pensamientos sueltos, que vagaban por su mente.
La cuestión es que dos meses atrás, el estuvo ausente un par de semanas, dado que el trabajo le solicitaba un viaje al exterior, así que no hace falta decir que esas cuatro ocasiones no pudo asistir a la plaza. Cuando finalmente regreso y pudo asistir… noto que el flautista no fue esa ocasión, y que la música había cambiado, no un cambio profundo donde la flauta no alimentaba la melodía, pues tenían un sustituto, sino un cambio radical. Habían cambiado el repertorio de temas por temas de folklore, baladas, y otros temas más “populares” de tango que no vale la pena mencionar, lo cual le revolvía el estomago.
Curioso, y molesto, se levanto de su lugar habitual y decidía abandonar el lugar cuando logro ver al viejo flautista sentado al pie de un árbol cercano, a lo cual no dudo en acercarse.
- Disculpe –dijo- ¿no es acaso usted el flautista de aquella notable formación?
- Era, querrá decir, hasta hace una presentación. Las cosas cambiaron entre ellos y yo. Veo que no estuviste presente las últimas cuatro veces.
- ¿Cómo sabe usted eso?
-Esas cuatro ocasiones, sentía que alguien no me estaba escuchando. Que un lugar del público no estaba ocupado. Una pena, esas fueron mis últimas presentaciones con esos músicos.
- ¿Qué ocurrió?
- Decidieron cambiar el repertorio… cambiar mi música clásica por algo más “digerible”, y argumentando que así podríamos saltar hasta un nivel nacional. Creo que perdieron el rumbo…
- Eso es cierto amigo. Por cierto, toco el piano y, sin ser soberbio, soy bastante bueno. ¿Le gustaría venir a mi hogar y tocar algo, solo por el placer de sentir la música? ¿Qué le parece “adiós nonino”?
- Por ese motivo empecé a tocar, y por ese mismo motivo es que ahora iré con usted, desde ya le estoy eternamente agradecido con la invitación –respondí.
Johan es un tipo sencillo, de esos con los que uno puede pasar un buen rato, por eso acepté su invitación con la mayor confianza del mundo, cosa de la que no me arrepiento.

Seudónimo: And you and me

NIVEL: C
CATEGORIÍA: DE LA PALABRA A LA IMAGEN
IMAGEN ELEGIDA: Grupo de tangeros