domingo, 26 de octubre de 2008

Vacío

Se entretenía mirando las volutas de humo de su cigarrillo, pensando vaya a saber en qué o, tal vez, no pensando. No obstante, en momentos como ese su vida pasaba ante sus ojos a una velocidad no registrable, y los instantes que lo habían marcado eran los que se detenían más tiempo. Pero no eran precisamente los más felices (a juzgar por los resultados), aunque en el pasado le parecieron serlo.
Aquellos ojos parecían habérsele clavado en su corazón, una mirada límpida, sumada a una agradable sonrisa, fue una cárcel de la que –aún varios años después- no podía escapar. ¡Es que el amor es tan fuerte!, reza una canción... ¿Pero podía llamar a aquel sentimiento amor? ¿Podía atribuir esa palabra mágica a aquel vínculo que lo sumió en el pozo más profundo en el cual él había caído o caería?
Meditando en esto (mejor dicho, atormentándose) sólo le era posible sufrir, sintiendo el enorme vacío de una presencia, que (tenía que reconocerlo) la mayoría de las veces había sido una ausencia. ¡Cuántas cosas faltaban en el lazo que los unía! Ni siquiera podía decir sin engañarse que hubiera existido tal lazo, a lo mejor el único enlazado había sido él, porque ella...
Entonces, ¿por qué el constante recuerdo de ciertos momentos? ¿Por qué el recuerdo agobiante de unos besos carentes de verdadero afecto? (Ahora se daba cuenta) ¿Y por qué si se daba cuenta no podía dejar de sufrir por no tenerla? Porque pensar había pensado mil formas de liberarse del recuerdo, del dolor, pero hasta ahora todo había resultado inútil. Buscó otros besos, otras manos, otra mirada límpida... pero algo se había roto en él, ya no podía confiar, y se sentía como partido en mil pedazos imposibles de volver a juntar por lo pequeños e innumerables.
Cayó en la cuenta de cuánto tiempo se encontraba de esta manera, fueron meses, años de llorarla con la convicción de que nunca podría arrancársela, que nunca volvería a amar. ¿Cómo luchar contra su misma esencia, que reclamaba por ella a cada instante, con la completa convicción del amor perdido, un amor que sólo vivió en él?
Se sorprendía llorando interiormente, casi siempre unas notas sentimentales le brotaban del corazón “la angustia de no tenerte/ lo imposible de olvidarte/ es más fuerte que la muerte/ muerte que conozco al faltarme”. Se sentía cursi (a su edad, ¿qué eran todas esas pavadas adolescentes?), sin embargo, allí estaban, aparecían, no podía evitarlo.
Muchas veces se preguntó cuál era el sentido de su vida ahora que no tenía sentido, ahora que la había perdido y que se sentía como un ciego que ha perdido su bastón, o peor, como un loco que grita su propia fantasía, porque, aunque doliera, sabía que se había aferrado a una fantasía.
Así en estas cavilaciones pasaba sus días, buscando una razón que lo empujara a olvidar sin que ello significara colocarse al borde del precipicio. No obstante, sabía que no era el único. Había otros que como él estaban aferrados a una ramita que nunca podría ayudarlos a escapar de la corriente.
Mas esa razón no existía, jamás existiría. Nada podía hacer al respecto, todo estaba perdido, le dolía aceptarlo, pero bien sabía, que jamás la recuperaría.
Desde que ella se fue de su vida, nada cobraba sentido, ni la muerte parecía una salida. Sólo quería aliviar el dolor que le atormentaba, dejar de sentirse miserable, pero no podía, no la olvidaría jamás, no dejaría un instante de amarla y sufrir por ella.

Susana Lever
Nivel “C”
Categoría: Tema Libre

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