viernes, 17 de octubre de 2008

El astuto Oskín

Había una vez, hace mucho tiempo, en un lugar recóndito de la Tierra Sagrada, un sitio donde la magia estaba presente en cada ser, y los dioses interactuaban con los humanos. La aldea de los baneukinaienses que se jactaba de tener los mejores guerreros. Decían incluso, que eran capaces de superar a los dioses...
Pero no todos eran fuertes, había un aldeano cuya fuerza, velocidad o agilidad no se destacaban, lo que era notable en él, eran su bondad y su intelecto, su nombre era Oskín.
Los dioses antiguos no pasaron por alto la arrogancia de los guerreros. Sobre todo el dios de la muerte, Gornúk, quien era el mejor guerrero de los todos los dioses. Tal vez por celos, tal vez por pura crueldad Gornúk decidió arrebatarles el alma a todos los guerreros de la aldea de los baneukinaienses.
Ese día en la aldea fue terrible, ningún guerrero despertó, el único hombre que andaba en medio de la desesperación era Oskín, quien no era guerrero. Todos los guerreros yacían muertos, sin ninguna herida, pero con una expresión de horror grabada en sus rostros. Entonces, el consejo de ancianos de la aldea decidió juntarse para decidir qué hacer. Los tres ancianos por los que estaba compuesto el consejo deliberaron un largo tiempo hasta que decidieron preguntarle al más sabio de toda la aldea, Oskín, quien a pesar de ser muy joven, era más sabio que todo el consejo de ancianos junto. Éste, después de analizar los cuerpos, dijo que creía saber la respuesta. Los ancianos llamaron a asamblea, ahí, Oskín le explicó a todo el pueblo la causa de la muerte de los guerreros, -Estos hombres no murieron por una enfermedad ni por un veneno -Comenzó Oskín-.Estos hombres murieron por su arrogancia, al creerse más poderosos que los dioses-Se hizo un silencio general frente a las palabras de Oskín-Por eso propongo que alguien vaya al valle de los dioses a hablar con Gornúk, quien seguramente se sintió ofendido por los guerreros y decidió vengarse. Así que ¿quién ira?
-Tú-dijo un anciano.
-¿Yo?-preguntó Oskín.
-SÍ, tú-dijo el anciano.
-Pero yo no soy un guerrero. ¿Alguien más puede ir?- preguntó Oskín.
-Nadie vivo aquí es un guerrero, debes ir tú, las mujeres y los niños corren peligro sin guerreros para que los protejan, debes apurarte o todos morirán ya que con tantas guerras hemos ganado innumerables enemigos que, sin dudarlo, aprovecharán para atacarnos-dijo el anciano.
-Está bien, iré-dijo Oskín.
Y así, Oskín partió al valle de los dioses.
Oskín empezó a caminar y a caminar alejándose de la aldea y de todo lo que conocía. Fue así como llegó a un pantano, el cual era imposible de cruzar por las arenas movedizas. Pero Oskín construyó una balsa para pasar. Mientras cruzaba las arenas, oyó una voz que pedía auxilio. Se trataba de un anciano que había quedado atrapado. Enseguida, Oskín lo subió a la balsa. Ni bien se hubo recuperado, el anciano le agradeció y, en medio de una explosión, el anciano se transformó en Anuk-daá, el dios supremo.
-Gracias Oskín, por salvarme de morir ahogado-dijo Anuk-daá.
-Pero tú eres un dios, no puedes morir, y aún si pudieras morir, podrías escapar solo con desearlo-dijo Oskín.
-No lo creas, este es el pantano sagrado, en el cual ni los dioses pueden salvarse, y para que veas que Anuk-daá es un dios generoso, te concederé un deseo como forma de agradecimiento por salvarme la vida- dijo Anuk-daá.
-Deseo que los guerreros de mi aldea revivan-dijo Oskín.
-No puedo, eso es jurisdicción de Gornúk, el dios de la muerte-dijo Anuk-daá.
-Entonces deseo estar en el valle de los dioses-dijo Oskín.
-Y así será-dijo Anuk-daá.
Y en medio de un estallido, Oskín apareció en el valle de los dioses.
Oskín empezó a caminar.
Mientras caminaba, observaba a los diferentes dioses y a los hombres y mujeres de distintas aldeas que venían a pedirles cosas a los dioses.
Oskín vio a todos los dioses, pero siguió de largo hasta llegar con Gornúk.
Gornúk, el dios de la muerte, parecía un monstruo hecho por todas las almas que habían muerto.
-Sé a que has venido-dijo Gornúk.
-Entonces sabes lo que he venido a pedirte-dijo Oskín.
-Sí, y te lo daré con una condición- dijo Gornúk.
-¿Cuál?- dijo Oskín.
-Debes traerme La Esmeralda Sagrada que se encuentra en la cima de la montaña del valle de los dioses- dijo Gornúk.
-De acuerdo- dijo Oskín.
-Tienes tres días- dijo Gornúk.
-Pero eso es imposible- dijo Oskín.
-Ya he hablado-dijo Gornúk.
Dos días Oskín estuvo vagando por el valle de los dioses, sin saber qué hacer. Al tercero, se le ocurrió una idea salvadora. Oskín fue hablar con Anuk-daá.
-¡Oh! dios supremo Anuk-daá, por favor ayúdame-dijo Oskín.
-Lo siento, pero yo ya he hecho mi parte al traerte hasta aquí-dijo Anuk-daá.
-¡Oh! dios supremo Anuk-daá solo te pido que me traigas La Esmeralda Sagrada que se encuentra en la cima de la montaña del valle de los dioses para poder dársela a Gornúk -dijo Oskín.
-No puedo-dijo Anuk-daá.
-Es verdad, a pesar de ser el dios supremo, no puedes superar los desafíos que Gornúk te plantea-dijo Oskín.
-Eso es mentira-dijo Anuk-daá.
Y de repente, Anuk-daá tenía La Pierda Alba en su mano.
-Anda, llévasela a Gornúk-dijo Anuk-daá.
Y así Oskín llevo La Esmeralda Sagrada con Gornúk y éste devolvió el alma a los guerreros de la aldea de Baneukinai y Oskín fue proclamado héroe.
Y así Oskín el habitante más débil de la aldea, fue quien salvó a todos los guerreros, no por su fuerza o velocidad, sino por su inteligencia y su bondad.

Seudónimo:”Bilbo Bolson”
Nivel A
De la imagen a la palabra

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